Hay algo estos días que indudablemente ha cambiado la rutina ciudadana. Estemos trabajando o ya de vacaciones, tostándonos al sol, disfrutando de una sidra en la montaña asturiana o sentados frente al sempiterno ordenador de la oficina, es imposible permanecer ajeno a esta nueva sensación, tan liberadora, refrescante y diferente. Y aunque para muchos ciudadanos habrá pasado desapercibida, este humilde observador -que está frente a ese ordenador de oficina soñando con la sidra que otros disfrutan- no puede por menos que reflexionar en voz alta acerca del analgésico efecto de ese "algo" tan evidente.
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Falta algo, y ganamos mucho. Madrid disfruta estos días de una tranquilidad estival que, sin ser agobiante, sí que permite disfrutar mucho más del día a día. Salir de trabajar y sentarse con los amigos en una terraza, compartir una botella de vino blanco (de Rueda) en el Retiro, dejar que el cálido sol del atardecer nos reconforte suavemente al compás de una conversación que alimente el alma. Cerrar los ojos y disfrutar de esa quietud, de esa tranquila algarabía de niños que juegan con despreocupada inocencia, disfrutar hasta del sonido de un tráfico mucho menos denso que de costumbre.
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Con el inicio del verano, la actividad pública y política ha decrecido muchos enteros. Tras el Debate sobre el Estado de la Nación y la última y brillantísima remodelación del Gabinete de ministros, los telediarios y los titulares de los principales rotativos adquieren un tono perceptiblemente más suave, aún dando cuenta como siempre de las novedades informativas. Una actualidad light que estos días hace referencia a los sanfermines, a las últimas detenciones de miembros de ETA (paréntesis absurdo: el diputado popular Ballesteros se pregunta "porqué" se producen ahora estas detenciones de etarras e ignora el casi centenar de detenciones durante el fallido "proceso de paz"), al vertido del "Don Pedro" cerca de Ibiza, a la inminente renovación del PSM-PSOE, al aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco (con las oportunistas declaraciones de Rajoy y Acebes) y a los últimos fichajes del Madrid y del Barcelona. Pero aún así, falta algo. Falta, y por contra ganamos mucho.
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Para ser sincero, tampoco es que haya desaparecido del todo. Pero sin duda ha bajado enteros, y con ello ha mejorado indudablemente nuestra calidad de vida. Hasta trabajando parecemos más felices... Afortunadamente. Hemos llegado a un cambio de ritmo, y los populares parecen haber perdido mucho fuelle. Falta algo, repito. Falta algo y ganamos mucho: tranquilidad, perspectiva, felicidad.
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¿No lo habéis notado? Ojalá estén callados más tiempo. Falta... Crispación.
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En la línea de mis últimos "posts", no puedo evitar dejaros sin compartir algo con vosotros: una perla del tipo de periodismo que protege en los últimos años Telemadrid. Fernando Sánchez Dragó y Fernando Arrabal regalándonos unos maravillosos momentos de esos que hacen historia televisiva. Espe-rpéntico.
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