Aquél que haya estado mínimamente atento a las noticias de los últimos días habrá oído o escuchado algo acerca de la Cumbre sobre el Clima que estos días se está desarrollando en Bali. Una importantísima reunión de 130 países que debe diseñar una hoja de ruta para la firma de un Protocolo que sustituya al de Kioto cuando este expire, en 2012.
No voy a entrar a explicar, porque para eso ya están Google y los medios digitales, los pormenores de dicha cumbre, excepto una obligada mención a la evidente importancia de lo que nos jugamos: el futuro sostenible del planeta y su protección frente a una dinámica de desarrollo irresponsable y autodestructiva, incapaz de mirar por las generaciones futuras que habrán de heredarlo.
Pero sí me gustaría reflexionar en voz alta acerca de la actuación de los países desarrollados en lo que a políticas medioambientales se refiere, y en especial a la actitud del país que más gases de efecto invernadero emite a la atmósfera: los Estados Unidos de George W. "Dumb" Bush. La universalmente considerada primera potencia mundial, encabezada por el Gurú de las Armas de Destrucción Masiva, ni siquiera quiso en su día ratificar el Protocolo de Kioto cuya renovación se busca ahora. Y es, además, el principal escollo para que esta cumbre termine con un compromiso que incluya cifras concretas.
Lo del líder republicano estadounidense es en verdad de feria: no ratificó Kioto, se resiste a las casi unánimes presiones para comprometerse con reducciones concretas en esta cumbre y se permite la soberbia de convocar una cumbre en Hawai con "los mismos" objetivos que la de Bali (auspiciada por la ONU y por la cual Bush demuestra definitivamente tener un desprecio intolerable).
El País dice, en su edición de hoy, que las presiones de la Unión Europea (que ha amenazado a los EE.UU. con no acudir a su cumbre de Hawai) pueden conseguir un compromiso de reducción de gases de entre el 25 y el 40% para 2020, que a estas horas Estados Unidos sigue negándose a suscribir. La Cadena Ser rebajaba esta mañana esas pretensiones y era algo menos optimista.
Es sencillamente vergonzoso que sigan predominando los razonamientos económicos por encima de los medioambientales, y que el negacionismo tenga tanta aceptación al otro lado del Atlántico. En un reciente debate televisado entre los candidatos republicanos a la Casa Blanca en el 2008, sólo McCann reconocía el cambio climático como un problema importante. Puede parecer una exageración, pero con este falta de concienciación y solidaridad el panorama cataclísmico que pintan algunos blockbusters norteamericanos podría, a medio o largo plazo, ser una triste realidad: el último informe del IPCC (Panel Intergubernamental para el Cambio Climático) considera que los hielos árticos podrían desaparecer incluso tan pronto como 2013.
Por lo demás, no me deja de parecer injusto que los países en vías de desarrollo reciban amenazas de sanciones por parte de las potencias mundiales para que admitan compromisos de obligado cumplimiento. Me explico: es evidente que todos debemos de aportar nuestro granito de arena y aceptar compromisos, pero éstos no pueden ni deben de ser iguales para todos: tendremos que tener en cuenta la contaminación que producen per cápita y el nivel de desarrollo. No se puede exigir lo mismo a Estados Unidos, primera potencia mundial y además la más contaminante (y, por ende, quien debiera de recibir más exigencias) que China o India, que por volumen de población también contribuyen considerablemente al Calentamiento Global pero cuyo nivel de desarrollo es aún mucho menor.
Es necesario que la Unión Europea y EE.UU. lideren, conjuntamente, un desafío global de estas magnitudes, y que nos dejemos de negacionismos que lo único que hacen es cerrar los ojos ante lo evidente. No se trata de cuánto queda para la catástrofe, sino de qué podemos hacer para que nunca sea una realidad.
1 comentario:
De acuerdo contigo en todo lo que aportas. Además hay una hoja de firmas para firmar a favor de un compromiso firme en Bali contra el cambio climático y contra la testarudez de EEUU en no comprometerse a reducir las emisiones contaminantes. Un Saludo.
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