JIMÉNEZ LOSANTOS, condenado por injurias a GALLARDÓN

Según sentencia hecha pública hoy, el locutor de la COPE ha sido condenado a pagar 36.000€, la mitad de lo originalmente solicitado por la fiscalía, por un delito continuado de calumnias con publicidad (100€ al mes por 12 meses) contra el regidor madrileño, quien como ya anunció donará la indemnización a la AVT (me hubiera gustado que lo donara a alguna otra asociación que no se haya ensuciado las manos con el 11-M, pero allá cada cual). Por su parte. Losantos anunció que recurrirá a la Audiencia Provincial de Madrid.

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No seré yo quien ahora salga a defender a Gallardón, pero lo cortés no quita lo valiente, y está claro que en este caso Gallardón fue la víctima. Y resulta no poco paradójico que done el dinero a la AVT tras un juicio contra el mayor terrorista informativo de la historia de este país. Lo merecía Losantos y lo necesitaba la salud del propio periodismo español, cuyo código deontológico era constantemente despreciado por este pseudoperiodista resentido.

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Porque el periodismo es una profesión que admiro y en la que creo, me alegro por esta sentencia, y me parece aún demasiado corta para cuanto ha hecho este sujeto. Porque él no se limita a dar información ni a opinar sobre ella. No, todo le parece poco a este mesías de las ondas, que olvidó hace demasiado tiempo que no todo se justifica en la libertad de expresión. Jiménez Losantos no opina, juzga. No critica, condena. No echa en cara los errores, sino que insulta, injuria y vilipendia. Y espero que no sea la única condena que sufra este señor, pues si no me equivoco alguna querella debe de estar siguiendo su curso tras sus comentarios sobre el 11-M. Se habló en su día de la posible querella de un sindicato policial contra Jiménez Losantos (no olvidemos que acusó a la policía de haber formado parte de la conspiranoia del 11M), así como de la asociación de víctimas del 11-M (presidida por Pilar Manjón). Ignoro si las dos, una o ninguna fue finalmentre presentada, pero eso espero.
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Desde luego, yo sería inmensamente feliz si viera a quien se lo merece (y éste tiene más méritos que Farruquito) en la cárcel, masticando la bilis que tan despreciativamente ha escupido y escupe a diario por las ondas.

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