DEL PSOE AL PARTIDO DEMÓCRATA
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Llegué a Virginia hace tres meses, y en menos de quince días ya había conocido a quien guiaría mis pasos hacia la campaña electoral. Si bien no es muy común involucrarse en la política de un país que no es el tuyo, me inclino a pensar que muchos de los que puedan leer estas líneas se sentirán identificados conmigo: No se trata de dónde estás, sino de aquello en lo que crees. Y con esa convicción en mente, resulta mucho más fácil convertirse en voluntario del senador demócrata. A fin de cuentas, trabajo, vivo y pago impuestos aquí, y si puedo ayudar a que la sociedad en la que vivo sea más justa, tanto mejor.
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Cincuenta estados y un distrito federal eligen hoy al que será nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Unas elecciones que han levantado una expectación sin precedentes, y que están llamadas a marcar historia en la situación más crítica que ha vivido el país desde los tiempos de la Gran Depresión. La campaña, que en la práctica ha durado casi dos años, se puede ver en todas partes: televisión, periódicos, gorras, camisetas, carreteras, coches, ventanas y hasta en los cafés de las gasolineras, donde puedes expresar tus preferencias políticas eligiendo el vaso con el nombre del candidato y su color correspondiente (al contrario que en España, el azul es para los demócratas y el rojo para los conservadores).
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Tres de cada cuatro americanos se han registrado para votar. Según la NPR (National Public Radio, independiente y tradicionalmente más demócrata), si todos lo hicieran podría incluso haber serios problemas, ya que el sistema electoral americano no está preparado para gestionar una participación tan elevada. Y como yo no puedo votar, decidí hacer lo posible por ayudar a quien más se acerca -salvando, eso sí, las distancias- a los principios socialistas y socialdemócratas... El senador por Illinois Barack Obama.
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A modo de aperitivo, quisiera recordar que hablamos de una sociedad donde el concepto de "socialista" es inmediatamente asociado por el inconsciente colectivo a las ideas de comunismo y antiamericanismo. Nos referimos a una campaña donde los estrategas republicanos han de hecho usado dicho adjetivo como si tachar a Obama de "socialista" fuera motivo suficiente para descalificarlo como un candidato válido a la presidencia. Y si bien es cierto que no se le puede denominar como tal, también lo es que cualquiera de nosotros suscribe los ejes fundamentales de su campaña: reforma sanitaria (rebajando su coste y permitiendo así el acceso a ella de millones de americanos que ahora no se la pueden permitir), retirada de las tropas de Irak y una política exterior donde la diplomacia recupere su debido protagonismo, reforma tributaria para que la clase media pague menos y las grandes rentas -y corporaciones- más, garantizar la igualdad salarial entre hombres y mujeres...
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En fin, que allí he estado yo, en la medida que mi trabajo de profesor me lo ha permitido. Y es curioso comprobar cuántas diferencias hay entre la forma de hacer campaña aquí y en España.
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En primer lugar, la cantidad de voluntarios dispuestos a ayudar me ha sorprendido gratísimamente... En especial viniendo de un país, el nuestro, donde casi te miran mal cuando dices que estás afiliado a tal o cual partido. Haciendo llamadas, yendo de puerta en puerta (el denominado "canvassing", impensable en España), realizando labores logísticas... O simplemente donando dinero o colaborando de mil maneras. En los días en que he estado trabajando en la oficina de Centreville, Virginia, he visto cómo el dueño de un restaurante pasaba por allí para donar un vale de 150 dólares de comida para los voluntarios, y a varias personas que por iniciativa propia se acercaban con comida para toda esa gente que ha estado dedicando generosamente su tiempo y su energía a esta campaña.
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Chris, un voluntario curtido ya en anteriores elecciones, me dice que en esta ocasión el nivel de participación ha sobrepasado todas las expectativas. Hay voluntad de cambio y cualquier medio es bueno para colaborar y sacar el voto a la calle: miles de carteles en jardines privados y en los márgenes de las carreteras anuncian los nombres de Obama, McCain y de diferentes candidatos al Congreso y al Senado. Por supuesto, las pegatinas en los parachoques de los coches (los famosos "bumper stickers") constituyen una plataforma publicitaria de primera fila, en un país cuyos ciudadanos se pasan una considerable cantidad de horas diarias al volante. Hubo un tiempo en que la maquinaria publicitaria republicana parecía sugerir que el patriotismo de una persona se podía mirar por el número de "stickers" en su parachoques, en especial el infame lazo amarillo con la leyenda "Support our troops". Ahora, las pegatinas apoyando a Obama/Biden o McCain/Palin han tomado el protagonismo. Y aquí yace una de las cosas que más me maravillan: el respeto casi sagrado respecto a las opiniones de los demás. ¿Os lo imagináis en España? Están las cosas como para poner "Vota Zapatero" o "Vota Rajoy"... Vamos, que ese coche hubiera automáticamente comprado un billete directo para el desguace. Y algo similar podría decir del "puerta a puerta" apoyando a cualquier candidato. En este país ni se nos ocurre algo así.
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Llama la atención que, mirando al presupuesto de la campaña de Obama (quien optó por salirse del sistema de financiación pública y ha recaudado más de 605 millones de dólares en una revolucionaria campaña por Internet), sean multitud de voluntarios los que mañana y tarde nos hayamos dedicado a movilizar el voto por medio de constantes llamadas telefónicas. Uno pensaría que, con tales cifras, serían compañías profesionales las encargadas de ello... Pero no. De hecho, la mayoría de ese presupuesto se va en pagar los anuncios de televisión.
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Todos quieren sentirse partícipes de este momento. Y el mundo mira con expectación la confirmación de lo que parece un secreto a voces: la anunciada victoria del primer presidente afroamericano en la historia del país. Un giro en la forma de hacer política que devuelva el protagonismo real a los ciudadanos, y que su voluntad y sus necesidades ocupen de una vez por todas la primera página de las agendas políticas.
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Por mi parte, me siento orgulloso de haber aportado mi minúsculo granito de arena. Pero el mérito es todo suyo. De este país que, alejado de los estereotipos, es capaz de lo peor pero también de lo mejor. Y en eso están ahora.
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Un saludo desde la Nación Obama.
Nacho Meneses
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Cincuenta estados y un distrito federal eligen hoy al que será nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Unas elecciones que han levantado una expectación sin precedentes, y que están llamadas a marcar historia en la situación más crítica que ha vivido el país desde los tiempos de la Gran Depresión. La campaña, que en la práctica ha durado casi dos años, se puede ver en todas partes: televisión, periódicos, gorras, camisetas, carreteras, coches, ventanas y hasta en los cafés de las gasolineras, donde puedes expresar tus preferencias políticas eligiendo el vaso con el nombre del candidato y su color correspondiente (al contrario que en España, el azul es para los demócratas y el rojo para los conservadores).
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Tres de cada cuatro americanos se han registrado para votar. Según la NPR (National Public Radio, independiente y tradicionalmente más demócrata), si todos lo hicieran podría incluso haber serios problemas, ya que el sistema electoral americano no está preparado para gestionar una participación tan elevada. Y como yo no puedo votar, decidí hacer lo posible por ayudar a quien más se acerca -salvando, eso sí, las distancias- a los principios socialistas y socialdemócratas... El senador por Illinois Barack Obama.
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A modo de aperitivo, quisiera recordar que hablamos de una sociedad donde el concepto de "socialista" es inmediatamente asociado por el inconsciente colectivo a las ideas de comunismo y antiamericanismo. Nos referimos a una campaña donde los estrategas republicanos han de hecho usado dicho adjetivo como si tachar a Obama de "socialista" fuera motivo suficiente para descalificarlo como un candidato válido a la presidencia. Y si bien es cierto que no se le puede denominar como tal, también lo es que cualquiera de nosotros suscribe los ejes fundamentales de su campaña: reforma sanitaria (rebajando su coste y permitiendo así el acceso a ella de millones de americanos que ahora no se la pueden permitir), retirada de las tropas de Irak y una política exterior donde la diplomacia recupere su debido protagonismo, reforma tributaria para que la clase media pague menos y las grandes rentas -y corporaciones- más, garantizar la igualdad salarial entre hombres y mujeres...
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En fin, que allí he estado yo, en la medida que mi trabajo de profesor me lo ha permitido. Y es curioso comprobar cuántas diferencias hay entre la forma de hacer campaña aquí y en España.
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En primer lugar, la cantidad de voluntarios dispuestos a ayudar me ha sorprendido gratísimamente... En especial viniendo de un país, el nuestro, donde casi te miran mal cuando dices que estás afiliado a tal o cual partido. Haciendo llamadas, yendo de puerta en puerta (el denominado "canvassing", impensable en España), realizando labores logísticas... O simplemente donando dinero o colaborando de mil maneras. En los días en que he estado trabajando en la oficina de Centreville, Virginia, he visto cómo el dueño de un restaurante pasaba por allí para donar un vale de 150 dólares de comida para los voluntarios, y a varias personas que por iniciativa propia se acercaban con comida para toda esa gente que ha estado dedicando generosamente su tiempo y su energía a esta campaña.
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Chris, un voluntario curtido ya en anteriores elecciones, me dice que en esta ocasión el nivel de participación ha sobrepasado todas las expectativas. Hay voluntad de cambio y cualquier medio es bueno para colaborar y sacar el voto a la calle: miles de carteles en jardines privados y en los márgenes de las carreteras anuncian los nombres de Obama, McCain y de diferentes candidatos al Congreso y al Senado. Por supuesto, las pegatinas en los parachoques de los coches (los famosos "bumper stickers") constituyen una plataforma publicitaria de primera fila, en un país cuyos ciudadanos se pasan una considerable cantidad de horas diarias al volante. Hubo un tiempo en que la maquinaria publicitaria republicana parecía sugerir que el patriotismo de una persona se podía mirar por el número de "stickers" en su parachoques, en especial el infame lazo amarillo con la leyenda "Support our troops". Ahora, las pegatinas apoyando a Obama/Biden o McCain/Palin han tomado el protagonismo. Y aquí yace una de las cosas que más me maravillan: el respeto casi sagrado respecto a las opiniones de los demás. ¿Os lo imagináis en España? Están las cosas como para poner "Vota Zapatero" o "Vota Rajoy"... Vamos, que ese coche hubiera automáticamente comprado un billete directo para el desguace. Y algo similar podría decir del "puerta a puerta" apoyando a cualquier candidato. En este país ni se nos ocurre algo así.
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Llama la atención que, mirando al presupuesto de la campaña de Obama (quien optó por salirse del sistema de financiación pública y ha recaudado más de 605 millones de dólares en una revolucionaria campaña por Internet), sean multitud de voluntarios los que mañana y tarde nos hayamos dedicado a movilizar el voto por medio de constantes llamadas telefónicas. Uno pensaría que, con tales cifras, serían compañías profesionales las encargadas de ello... Pero no. De hecho, la mayoría de ese presupuesto se va en pagar los anuncios de televisión.
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Todos quieren sentirse partícipes de este momento. Y el mundo mira con expectación la confirmación de lo que parece un secreto a voces: la anunciada victoria del primer presidente afroamericano en la historia del país. Un giro en la forma de hacer política que devuelva el protagonismo real a los ciudadanos, y que su voluntad y sus necesidades ocupen de una vez por todas la primera página de las agendas políticas.
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Por mi parte, me siento orgulloso de haber aportado mi minúsculo granito de arena. Pero el mérito es todo suyo. De este país que, alejado de los estereotipos, es capaz de lo peor pero también de lo mejor. Y en eso están ahora.
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Un saludo desde la Nación Obama.
Nacho Meneses
3 comentarios:
Felicitaciones,tu voluntad cívica es un ejemplo a seguir por todos incluyendo a los que todavía no podemos votar. Tus apreciaciones sobre las libertades civiles para hacer campaña política nos hacen sentir que de verdad se respetan los derechos civiles y la libertad de pensamiento en este país, y que en países con mayor antiguedad aún no. Que Dios bendiga esta nación mientras gocemos de estos derechos, buena suerte a los dos cantidatos y que gane la democracia, es decir la voluntad del pueblo.
Muchas gracias... Sólo hago una pequeña parte de lo que debo, pero algo es algo. Entre todos podemos conseguir cambiar el mundo a mejor, ¿no crees? A fin de cuentas, nosotros somos aquellos por quienes hemos estado esperando tanto tiempo. Está en nuestras manos.
nice to hear what you are doing over there! VERY interesting stuff..
enjoy it.
Ronnie
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