Estos días mientras la Alta Política se encuentra haciendo sumas y restas de cara a elegir al próximo Lehendakari, yo me encuentro despertando del sueño vasco.
Han sido apenas cuatro días llenos de cariño, alegría, abrazos, temor y sobre todo ilusión; hoy con el paso de los días no cabe más que calificarla como una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida.
Bergara, es un pequeño pueblo industrial situado en el Alto Deva, con un casco antiguo fantásticamente conservado, lleno de bellos palacios y elegantes mansiones que nos dejan entrever la grandiosidad que un día tuvo. Pero Bergara es además tristemente conocido por ser la cuna de la organización terrorista ETA. Desde hace unos días tiene también sitio especial en mi memoria.
A lo largo del fin de semana he conocido una forma de hacer política -política con minúsculas, como la que hacemos desde aquí- ni mejor ni peor, tan sólo distinta. La diferencia se debe a muchos factores pero sobre todo a uno, al miedo. Durante esos días, miedo, fue quizá la palabra más repetida; miedo, miedo al de al lado, al vecino, a veces incluso al amigo, al conocido y al desconocido; sin embargo la conclusión es la misma que allí el miedo es muy libre, cada uno lo vive de manera diferente y, pocas cosas hay tan duras como vivir con temor, porque nos roba la libertad.
Durante estos días conviví con un grupo de compañeros, militantes de la agrupación de Bergara, una Agrupación pequeña, tan sólo diecinueve militantes, pero que hace cosas muy grandes. Fijaos, esas 19 personas han conseguido incrementar más de un 30% el número de votos respecto a las anteriores elecciones, vaya, todo un logro. Un logro porque detrás de esos datos numéricos hay 308 personas que han cambiado su voto y, recordemos que no se puede extrapolar, recordemos que allí los ciudadanos tienen miedo, miedo a expresarse, a pasear, a mirar y, sobre todo miedo a votar.
Los compañeros de Bergara tiene una magnífica Casa del Pueblo con una capacidad para mucho más que 19 personas, que es bastante más que una agrupación, es un lugar de encuentro a cualquier hora, un lugar donde hacer política, leer el periódico, charlar y tomarse esos vinos que con tanta dulzura nos sirve Vanesa. Al frente de todo está su motor que se pone en marcha cada día y que, creerme, se mantiene bien engrasado. Se trata de Javier Cendoya, Javi es Secretario General de la Casa del Pueblo de Bergara desde el año 1982 y fue concejal sin escolta durante 12 años, los años en los que ser concejal en Euskadi era de lo más peligroso que había.
Javier es un hombre y un compañero fantástico que, como os decía con trabajo y dedicación absoluta, ha conseguido incrementar el voto en más de un 30%, Javier abre la agrupación por las mañanas y la cierra por las noches, dedica su vida y su tiempo al partido, a la agrupación y a sus militantes todo ello no sin cierto temor tal y como él mismo me confesaba.
Junto a él tiene un grupo de compañeros que le ayudan y le apoyan, que crean el partido socialista en Bergara junto a él, me gustaría destacar a tres, Francisco, Mari Carmen y Javier, personas y compañeros íntegros.
Pero en estos días no sólo estuve rodeada de compañeros, también de escoltas. No hubo ni un solo minuto que no nos acompañasen las personas que velan por la seguridad de nuestros compañeros y, es que allí ser concejal te cambia la vida, no por el reconocimiento social y económico, muy al contrario, el sueldo es poco más de 300 euros y el reconocimiento es que te pueden pegar un tiro en cualquier momento. Te cambia la vida porque dejas de ser Tu y hacer lo que quieres y empiezas a ser Tu y tu escolta y a hacer lo que puedes. Me comentaba Mari Carmen que ella ha dejado de echar la primitiva y bajar a comprar el pan, es más, estando allí hubo una noche que no pudimos cenar juntos en un bar debajo porque los escoltas se habían ido y le daba apuro hacerles volver.
En fin, siento haberme alargado tanto, pero creo que estos compañeros se merecían mi pequeño homenaje, que menos que dar a conocer quienes son, como viven y lo que hacen, porque desde aquí, sólo puedo decir gracias compañeros, gracias por ser como sois, hacer lo que hacéis y sobre todo gracias por vuestro cariño.
Han sido apenas cuatro días llenos de cariño, alegría, abrazos, temor y sobre todo ilusión; hoy con el paso de los días no cabe más que calificarla como una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida.
Bergara, es un pequeño pueblo industrial situado en el Alto Deva, con un casco antiguo fantásticamente conservado, lleno de bellos palacios y elegantes mansiones que nos dejan entrever la grandiosidad que un día tuvo. Pero Bergara es además tristemente conocido por ser la cuna de la organización terrorista ETA. Desde hace unos días tiene también sitio especial en mi memoria.
A lo largo del fin de semana he conocido una forma de hacer política -política con minúsculas, como la que hacemos desde aquí- ni mejor ni peor, tan sólo distinta. La diferencia se debe a muchos factores pero sobre todo a uno, al miedo. Durante esos días, miedo, fue quizá la palabra más repetida; miedo, miedo al de al lado, al vecino, a veces incluso al amigo, al conocido y al desconocido; sin embargo la conclusión es la misma que allí el miedo es muy libre, cada uno lo vive de manera diferente y, pocas cosas hay tan duras como vivir con temor, porque nos roba la libertad.
Durante estos días conviví con un grupo de compañeros, militantes de la agrupación de Bergara, una Agrupación pequeña, tan sólo diecinueve militantes, pero que hace cosas muy grandes. Fijaos, esas 19 personas han conseguido incrementar más de un 30% el número de votos respecto a las anteriores elecciones, vaya, todo un logro. Un logro porque detrás de esos datos numéricos hay 308 personas que han cambiado su voto y, recordemos que no se puede extrapolar, recordemos que allí los ciudadanos tienen miedo, miedo a expresarse, a pasear, a mirar y, sobre todo miedo a votar.
Los compañeros de Bergara tiene una magnífica Casa del Pueblo con una capacidad para mucho más que 19 personas, que es bastante más que una agrupación, es un lugar de encuentro a cualquier hora, un lugar donde hacer política, leer el periódico, charlar y tomarse esos vinos que con tanta dulzura nos sirve Vanesa. Al frente de todo está su motor que se pone en marcha cada día y que, creerme, se mantiene bien engrasado. Se trata de Javier Cendoya, Javi es Secretario General de la Casa del Pueblo de Bergara desde el año 1982 y fue concejal sin escolta durante 12 años, los años en los que ser concejal en Euskadi era de lo más peligroso que había.
Javier es un hombre y un compañero fantástico que, como os decía con trabajo y dedicación absoluta, ha conseguido incrementar el voto en más de un 30%, Javier abre la agrupación por las mañanas y la cierra por las noches, dedica su vida y su tiempo al partido, a la agrupación y a sus militantes todo ello no sin cierto temor tal y como él mismo me confesaba.
Junto a él tiene un grupo de compañeros que le ayudan y le apoyan, que crean el partido socialista en Bergara junto a él, me gustaría destacar a tres, Francisco, Mari Carmen y Javier, personas y compañeros íntegros.
Pero en estos días no sólo estuve rodeada de compañeros, también de escoltas. No hubo ni un solo minuto que no nos acompañasen las personas que velan por la seguridad de nuestros compañeros y, es que allí ser concejal te cambia la vida, no por el reconocimiento social y económico, muy al contrario, el sueldo es poco más de 300 euros y el reconocimiento es que te pueden pegar un tiro en cualquier momento. Te cambia la vida porque dejas de ser Tu y hacer lo que quieres y empiezas a ser Tu y tu escolta y a hacer lo que puedes. Me comentaba Mari Carmen que ella ha dejado de echar la primitiva y bajar a comprar el pan, es más, estando allí hubo una noche que no pudimos cenar juntos en un bar debajo porque los escoltas se habían ido y le daba apuro hacerles volver.
En fin, siento haberme alargado tanto, pero creo que estos compañeros se merecían mi pequeño homenaje, que menos que dar a conocer quienes son, como viven y lo que hacen, porque desde aquí, sólo puedo decir gracias compañeros, gracias por ser como sois, hacer lo que hacéis y sobre todo gracias por vuestro cariño.
1 comentario:
Gracias por compartir todo ello... Desde la distancia no puedo sino sentir cierta envidia por lo que has vivido y por la gente a la que has tenido la fortuna de conocer.
Para nuestros compañeros y compañeras de Bergara, así como para todos aquellos en similares circunstancias por defender y trabajar por los valores socialistas, mucho ánimo y un fortísimo abrazo. Espero poder conoceros pronto.
Publicar un comentario