Dicen las encuestas publicadas en estas últimas semanas que uno de los protagonistas de las elecciones al Parlamento Europeo de mañana será sin duda la abstención. Con unas previsiones que en el mejor de los casos señalan un 45% de participación ciudadana, no parece que los comicios del 7 de junio serán recordados especialmente como una fiesta de la democracia. Y dejan al descubierto, una vez más, el descreimiento de la población con respecto a lo que la Unión representa y lo que en ella se juega.
Para el común de los mortales, esta campaña electoral parece haber demostrado poco o nada. Me da la impresión de que sigue existiendo un gran desconocimiento respecto a la cuestión europea, pero no creo que los líderes políticos sean los únicos responsables. También hace falta un poco de responsabilidad democrática y buscar esa información, que está ahí desde el principio. He visto a ciudadanos quejándose ante la ausencia de propuestas concretas, pero yo no creo que sea cierto.
He visto (y leído) el Manifiesto del PSE (Partido Socialista Europeo), proponiendo un marco de actuación y progreso. He visto (y escuchado) a sus candidatos hablar de una estrategia europea para el empleo y un crecimiento verde e inteligente, defender políticas de crecimiento sostenible y un aumento significativo en I+D+I (cosa que de hecho ya ocurre en España). Defender los derechos de los trabajadores ante los efectos de la crisis y promover políticas de igualdad en todos los niveles. He visto frenada, gracias al trabajo del grupo socialista europeo, la terrible jornana de 65 horas semanales que querían imponernos en Europa. He visto a los candidatos de uno y otro partido defender la necesidad de reforma del sistema financiero internacional y de luchar contra el fraude fiscal y la falta de regulación financiera que nos ha puesto en esta situación.
¿Todos, he dicho? ¡No! Una pequeña aldea gala se resiste a la ocupación...
Perdónenme Astériz y Obelix hacer uso de ellos para recordar un pequeño detalle. Para encontrar a alguien en el otro lado con ese nivel de responsabilidad tengo que cruzar los Pirineos y señalar a Sarkozy (¡Quién lo iba a decir!). Porque aquí los candidatos populares han estado ocupados haciendo campaña con la Conferencia Episcopal, el uso de los Falcon por el Presidente Zapatero y tapando y justificando los casos de financiación ilegal y corrupción en la Comunidad de Madrid y Valencia. Ninguneando las medidas del Gobierno y haciendo uso partidista de la crisis, preocupados tan sólo de sacar tajada.
Debemos ver más allá de la crisis, pero evidentemente sin olvidarnos de ella. Zapatero es el mismo presidente con quien el paro bajó a un nivel récord del 8% hace poco más de un año. El mismo presidente con el cual el fondo de reserva de la Seguridad Social pasó de 15.000 a 52.000 millones en tan sólo cuatro años. El mismo presidente con el que se aprobó la Ley de Dependencia y tantas otras leyes que han extendido los límites del Estado de Bienestar.
Debemos ver más allá de la crisis, pero sin olvidarnos de ella. Es tremendamente cínico ignorar su origen, que desde luego no está en las recetas económicas de ZP. Cuando menos, un poco de seriedad y de información... Ésta es una crisis GLOBAL producto de la falta de regulación de los mercados financieros, del liberalismo salvaje, de la especulación, del capitalismo descontrolado, empeorada en nuestro país por el más que previsible estallido de la burbuia inmobiliaria y la construcción sin control ni respeto alguno - más que por su cochino dinero. La receta económica de la derecha, que parece encima salir con ventaja en las encuestas de intención de voto. Bendito país el nuestro, que en muchos casos es incapaz de ir más allá de las siglas de uno u otro partido para ver con sus propios ojos quién defiende mejor sus derechos.
Es una pena que mi situación actual no me haya permitido el tiempo necesario para seguir y participar más en esta campaña, que, para mí y para muchos y pase lo que pase, sí es una fiesta de la democracia. Nunca renunciaría a esa mezcla de emoción y orgullo con la que, por ejemplo, recibí este año las papeletas electorales en mi casa de Leesburg, Virginia. La callada anticipación con la que el pasado lunes acariciaba el sobre con mi voto, mientras esperaba en la cola de la oficina de correos de US Postal. Y la satisfacción contenida a duras penas mientras me sentaba de nuevo en mi coche tras haber votado. Pocas cosas hay tan sagradas como ésa.
Hagas lo que hagas, votes a quien votes, no te quedes en casa. Se lo debemos a la democracia, que aún es muy niña y hay que cuidarla entre todos. No renuncies nunca a ese derecho.
Para el común de los mortales, esta campaña electoral parece haber demostrado poco o nada. Me da la impresión de que sigue existiendo un gran desconocimiento respecto a la cuestión europea, pero no creo que los líderes políticos sean los únicos responsables. También hace falta un poco de responsabilidad democrática y buscar esa información, que está ahí desde el principio. He visto a ciudadanos quejándose ante la ausencia de propuestas concretas, pero yo no creo que sea cierto.
He visto (y leído) el Manifiesto del PSE (Partido Socialista Europeo), proponiendo un marco de actuación y progreso. He visto (y escuchado) a sus candidatos hablar de una estrategia europea para el empleo y un crecimiento verde e inteligente, defender políticas de crecimiento sostenible y un aumento significativo en I+D+I (cosa que de hecho ya ocurre en España). Defender los derechos de los trabajadores ante los efectos de la crisis y promover políticas de igualdad en todos los niveles. He visto frenada, gracias al trabajo del grupo socialista europeo, la terrible jornana de 65 horas semanales que querían imponernos en Europa. He visto a los candidatos de uno y otro partido defender la necesidad de reforma del sistema financiero internacional y de luchar contra el fraude fiscal y la falta de regulación financiera que nos ha puesto en esta situación.
¿Todos, he dicho? ¡No! Una pequeña aldea gala se resiste a la ocupación...
Perdónenme Astériz y Obelix hacer uso de ellos para recordar un pequeño detalle. Para encontrar a alguien en el otro lado con ese nivel de responsabilidad tengo que cruzar los Pirineos y señalar a Sarkozy (¡Quién lo iba a decir!). Porque aquí los candidatos populares han estado ocupados haciendo campaña con la Conferencia Episcopal, el uso de los Falcon por el Presidente Zapatero y tapando y justificando los casos de financiación ilegal y corrupción en la Comunidad de Madrid y Valencia. Ninguneando las medidas del Gobierno y haciendo uso partidista de la crisis, preocupados tan sólo de sacar tajada.
Debemos ver más allá de la crisis, pero evidentemente sin olvidarnos de ella. Zapatero es el mismo presidente con quien el paro bajó a un nivel récord del 8% hace poco más de un año. El mismo presidente con el cual el fondo de reserva de la Seguridad Social pasó de 15.000 a 52.000 millones en tan sólo cuatro años. El mismo presidente con el que se aprobó la Ley de Dependencia y tantas otras leyes que han extendido los límites del Estado de Bienestar.
Debemos ver más allá de la crisis, pero sin olvidarnos de ella. Es tremendamente cínico ignorar su origen, que desde luego no está en las recetas económicas de ZP. Cuando menos, un poco de seriedad y de información... Ésta es una crisis GLOBAL producto de la falta de regulación de los mercados financieros, del liberalismo salvaje, de la especulación, del capitalismo descontrolado, empeorada en nuestro país por el más que previsible estallido de la burbuia inmobiliaria y la construcción sin control ni respeto alguno - más que por su cochino dinero. La receta económica de la derecha, que parece encima salir con ventaja en las encuestas de intención de voto. Bendito país el nuestro, que en muchos casos es incapaz de ir más allá de las siglas de uno u otro partido para ver con sus propios ojos quién defiende mejor sus derechos.
Es una pena que mi situación actual no me haya permitido el tiempo necesario para seguir y participar más en esta campaña, que, para mí y para muchos y pase lo que pase, sí es una fiesta de la democracia. Nunca renunciaría a esa mezcla de emoción y orgullo con la que, por ejemplo, recibí este año las papeletas electorales en mi casa de Leesburg, Virginia. La callada anticipación con la que el pasado lunes acariciaba el sobre con mi voto, mientras esperaba en la cola de la oficina de correos de US Postal. Y la satisfacción contenida a duras penas mientras me sentaba de nuevo en mi coche tras haber votado. Pocas cosas hay tan sagradas como ésa.
Hagas lo que hagas, votes a quien votes, no te quedes en casa. Se lo debemos a la democracia, que aún es muy niña y hay que cuidarla entre todos. No renuncies nunca a ese derecho.
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