miércoles, 1 de octubre de 2008

"Presuntos" CHORIZOS Y DELINCUENTES

Hola de nuevo, esta vez desde las Américas... Me parece increíble estar escribiéndoos después de tanto tiempo. Motivos personales (en gran medida), profesionales (en otra buena parte) y un complicado etcétera me han mantenido apartado del blog. Y aún ahora dudo que pueda mantener la misma regularidad que antes. Pero hay cosas que, de tanto revolverle a uno el estómago, necesitan salir por alguna parte para no causar una acidez crónica.
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Hace unos meses y con motivo de las elecciones presidenciales italianas, compartía con mi amigo Alberto (natural de Bolonia) la indignación más absoluta tras confirmarse la victoria electoral de Silvio Berlusconi. En su caso, aquello iba naturalmente aderezado con una nada disimulada amargura por ver a su país enfangado y en manos de un chorizo de tan gran calibre. ¿Cómo es posible que tantos millones de personas racionales, cultas y moderadamente críticas hayan apoyado a una persona con el historial de Berlusconi? Pues igual es que, quizá, la gente no es ni tan culta ni tan racional.
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Recordemos. Hablamos de alguien que ha sido encausado en múltiples ocasiones por diversos cargos de corrupción, y que únicamente ha evitado el escarnio y la cárcel abusando de su situación de privilegio para reformar o aprobar leyes que hicieran imposible su condena; que en otras ocasiones alargó la instrucción de los casos hasta que éstos prescribieron, y ha hecho virtualmente imposible que reciba una condena por ninguno de los casos en los que se ha visto envuelto.
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Hay dos obras maestras de la literatura y el cine que estoy seguro Berlusconi tiene muy presentes cada vez que se mira en el espejo: una es Ciudadano Kane, de Orson Welles. La otra, 1984, de George Orwell. Es más consciente que nadie de que la información es poder, y para ello domina también gran parte de los medios de comunicación tanto privados como públicos. Modela a su gusto, sin ningún reparo ético ni moral, la realidad que llega a los contribuyentes, y la presenta a su gusto. No debemos despreciar la importancia de este hecho a la hora de mirar hacia Italia.
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La guinda del pastel la pone la izquierda política italiana, envuelta en casos de corrupción tanto como la derecha. Y es que a decir verdad, la corrupción es un mal endémico de la política italiana, hasta el punto de que sorprende ver cómo la gente acude si quiera a votar. Pero aún hay esperanza y voces críticas (Beppe Grillo)... Cuando uno comprueba ese estado de cosas, se da cuenta de que por muy mal que nos vaya nunca hemos sido el hazmerreír de Europa.
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Aunque claro, también tenemos nuestros pequeños ejemplos. Como el de Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón e imputado en diversos casos de corrupción que se vienen instruyendo desde hace varios años. La misma persona que a día de hoy se niega a aclarar la procedencia de los seis millones de euros que se ingresaron en sus cuentas entre 1999 y 2004 y que, según la investigación, están sin justificar. El mismo presunto chorizo que dijo, el día después de las elecciones municipales y autonómicas, "el jurado popular me ha absuelto", cual emperador romano perdido en sus propios delirios de grandeza.
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Qué orgullo debe de representar pertenecer a un partido político que se siente orgulloso de respaldar a semajante canallada.

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