sábado, 21 de febrero de 2009

Leesburg, Virginia. Una mañana de invierno sin trabajo



Es aún invierno en Virginia... No hace demasiado frío, aunque mis buenos amigos colombianos lo padecen más que yo, acostumbrados como están a un clima mucho más amable y benigno. Muchos de ellos ni siquiera habían vivido una nevada antes de venir aquí, así que los pocos copos que nos llegaron (escasos pero suficientes para librarnos de trabajar durante dos días) fueron recibidos con mucha expectación.

Hace mucho que no visito este blog con regularidad, así que dudo estar escribiendo para mucha gente ahora mismo... En cualquier caso da igual, casi mejor así.

Como el personaje de Juliette Binoche en ¨Chocolat", miro estos días al cielo y escucho palabras intangibles que presagian cambios, cambios inciertos y confusos, llenos de miedos y con cada vez más escondidas esperanzas. Siento que mi vida está en continua indefinición y me pregunto si alguna vez, en algún lugar, tocaré con la punta de los dedos la tranquilidad y la plenitud de que disfruté una vez, hace ya demasiado tiempo y al abrazo de unas calles demasiado lejanas y dolorosas para volver a recorrer con los ojos de antaño.

El viento del norte me trae noticias de un pasado nunca cerrado y a la vez metido en un armario cuya llave me esfuerzo por no encontrar, y hace que el presente sea aún más confuso... El futuro es a su vez tan misterioso que hasta parece obsceno querer vislumbrar qué será de nosotros. Miro al ténue azul, limpio de nubes y me esfuerzo por escuchar, esperando, con la mente abierta, intentando evitar pensar, queriendo sentir con cada poro de mi piel una respuesta que me traiga esa paz que me es tan esquiva.

"A veces llega un momento en que te haces viejo de repente... Sin arrugas en la frente pero con ganas de morir... Paseando por las calles todo tiene igual color..."

Los Celtas Cortos cantaban estas líneas por primera vez cuando yo apenas tenía 14 o 15 años... Mi portátil me acaba de regalar estos inesperados minutos. Es curioso como ciertas canciones, siempre diferentes para cada uno, adquieren ese status distintivo que les da el pertenecer a la banda sonora de nuestra vida, de nuestros recuerdos, sueños y emociones.

Le he dado a este blog un ligero retoque estilístico, manteniendo el color que representa una lucha atemporal con la que me identifico, y que ha movido sus dos primeros años de existencia. Hoy renace el blog con nuevas intenciones, sobrepasando su vocación meramente política para dar paso a una visión más global, más reflexiva, sin público definido, queriendo ser vocero de los pensamientos que surgen en mí al amparo de lo que me ha tocado vivir en este mundo que tenemos.

Un saludo al viento, con mucho cariño.

(La foto fue tomado en Lisicke Beach, un lago de Coventry, Connecticut que siempre se hiela en invierno. Representa una grieta en el hielo que aún hoy lo cubre).

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