¿Cuál es el límite? Esta pregunta es la que parece no tener respuesta a la vista de la urbanización desmedida a la que está sometido el archipiélago balear. Una sobreexplotación que no respeta el entorno natural y cuyos desmanes ya han sido denunciados en repetidas ocasiones por las organizaciones ecologistas, como ocurrió con en el ya famoso caso Andratx, por licencias y construcciones ilegales y que actualmente se encuentra en los juzgados.
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Para Miquel Ángel March, portavoz del grupo ecologista GOB, "Baleares ha sufrido los mayores impactos territoriales en los últimos cuatro años. Las obras han destrozado muchos paisajes y zonas rurales y se ha batido la marca histórica anual de nuevas viviendas: 13.000", y avisa de que "todas las agresiones son irreversibles".
Pero el interés urbanístico no es el único motivo por el que es necesario un cambio en las islas. Es necesario también porque el modelo de futuro para las islas se está cimentando a un coste muy elevado que nadie querría asumir: el del propio futuro de sus jóvenes, cuyo nivel educativo está sufriendo un importantísimo receso. El porcentaje de alumnos universitarios es de tan sólo el 23% (la mitad de la media nacional), y el fracaso escolar en secundaria es consecuentemente igual de grave. Asistimos con preocupación al deterioro de una sociedad cuya juventud, en virtud de una pobre formación académica y profesional, cae en el recurso fácil de unos trabajos proporcionados por la industria turística y que no requieren de un mayor nivel de conocimiento. Así, hipotecan sus posibilidades futuras de acceder a mejores trabajos, a salarios más altos y a viviendas propias.
El modelo de futuro en Baleares ha de ser un modelo progresista, solidario y respetuoso que sepa conciliar el interés turístico con una decidida apuesta por la gente, por la educación, la integración y el bienestar común en un entorno sostenible, social y ecológicamente. Un modelo transparente y alejado de los entramados de corrupción que salpican a los actuales dirigentes.
Balear: tu voto puede.
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